27.11.06

De fracasos y falsas ilusiones



No era la dirigencia. No era el técnico. No eran los jugadores. Y ni siquiera son los hinchas. Parece ser que lo que tiene al Deportivo Cali en una especie de crisis es su constitución ontológica: nada ni nadie podría sacara a la escuadra “azucarera” del mal presente que atraviesa.

Algunos optimistas pensaban que era el señor Humberto Arias (ex presidente de los caleños) con algunas malas decisiones. Otros, con cualquier fundamento de hincha inexperto, que los jugadores constituían el problema más grave de los “verdiblancos”. Pero yo me quiero centrar en aquellos que se hallaban ubicados fuera de la realidad: los que pensaban que era el técnico (y en especial Pedro Sarmiento) el que mantuvo al Deportivo Cali en semejante bajón.

En medio de la sinceridad, uno debe reconocer que con miras hacia el pasado inminente, no parece que exista tal gravedad. Pero seamos sinceros: el Cali está llamado a ser uno de los mejor equipos del país y de Suramérica, lo que hace que un título y dos subcampeonatos en los últimos 6 años no sean suficientes para que el equipo vallecaucano justifique su actualidad.

Y uno recuerda todo esto porque la salida del entrenador Pedro Enrique Sarmiento Solís fue una verdadera injusticia. Un técnico que coge a un equipo en una mala racha como la del Cali (De la Pava salió por la puerta de atrás en las toldas caleñas) y lo saca campeón en el mismo semestre, debe ser confirmado en su posición.

En esta ocasión, la dirigencia no se equivocó y le permitió al estratega revalidar su labor. Luego, quedó eliminado en la primera ronda de la Libertadores en primera ronda, lo que puso en problemas al antioqueño. Pero enfrentemos algo: por más que el equipo deba ser grande, la nómina no daba para más. El despido de Blas Pérez y la venta apresurada de Rodallega (no le hizo bien a nadie del mundo deportivo) eran síntomas de una escuadra mal dirigida en su parte ejecutiva. Además no quiero ser minimalista ni excusado, pero tenemos que entender que el grupo del Cali (Corinthians, Tigres y Colo Colo), no era fácil de superar; y menos con esos jugadores.

Luego, el crimen de Sarmiento estuvo en perder la final. ¡Pero qué culpa tiene el técnico de que su goleador mande un tiro penal decisivo afuera del estadio! Blas la embarró, y aunque no esté de acuerdo con su liberación de los verdiblancos, si pienso que erró un cobro decisivo en la consecución de la novena estrella. Pedro planteó bien los partidos y no mereció perder en Cali. Logró un empate en la plaza más dura del país y sufrió las consecuencias de una serie de eventos desafortunados.

Entonces, en este punto es donde uno se acuerda de los optimistas de antes. Yo no sé si calificar buena o mala la conducta del señor Arias; no soy un juez de directivos. Pero sé lo siguiente: el rumbo del Cali no cambió con el nombramiento de una nueva junta directiva. Bueno, en realidad sí lo hizo, pero no de manera determinante: el Deportivo Cali sigue en el camino equivocado, y cada vez peor.

La excusa para traer al técnico Labruna fue esta: es necesario empezar un nuevo ciclo, paciente, en el que se le dé espacio al técnico para formar lo que el Cali se merece. Y entonces, de la nada, pensaron que qué mejor estratega que uno extranjero. Se hicieron falsos anuncios de grandes nombres como Américo Gallego, pero se sabía de antemano que el presupuesto no daba para mucho.

¿Qué pasó? Trajeron a un señor sin experiencia, que había acabado de llevar a la segunda categoría del fútbol argentino a un equipo de regular estatus (Olimpo de Bahía Blanca, lo habrán oído mencionar porque River salió campeón en ese estadio como visitante, o porque el Boca de Basile celebró un nuevo triunfo enfentándolos), y que sólo tenía su apellido (es hijo del legendario Ángel Cabruna de River) como referente de grandeza.

Ahí está el resultado: un equipo sin valor, ubicado en la décima casilla del torneo, sacando excusas infantiles para justificar su necesidad de puntos. No me vengan a decir que faltando dos fechas el Deportivo Cali debe sumar para clasificar; por la naturaleza de la institución, a esas alturas tiene que estar en las semifinales del torneo colombiano. Eso de salir a decir que el árbitro robó, o que es una infamia lo que pasó, no pertenece a la historia y tradición de un equipo con 63 años de fundación.

Labruna debe irse del Deportivo Cali. Entonces, ¿cuál proceso? Si le hubieran dejado continuar su labor a Pedro Sarmiento, estaría escribiendo otra cosa. Pero no quiero que esto parezca una defensa personal al ahora técnico de Santa Fe. Seamos claros: las salidas de Peluffo, Quintabani y Javier Álvarez, nunca fueron claras para los hinchas “verdiblancos”. No se puede esperar un progreso sustancioso cuando no se la de continuidad a nadie. Hasta los jugadores se cansan de cambiar.

Yo tengo algo claro: a pesar del campeonato de hace un año, el Cali no ha hecho mas que equivocarse en cada decisión que tiene que tomar. El equipo del Valle debe tener otro presente como institución, y más que todo, respetar a sus hinchas cada vez que van al estadio. No hay excusas de árbitros ni de un sistema de campeonato injusto: un verdadero grande demuestra su casta en cualquier condición.

1 comentario:

Unknown dijo...

Felicitaciones!

Abrazo..Te quero..Muac!